Hace unos días vine a esta ciudad y pensé: "no está tan mal, aquí se puede vivir". Y efectivamente vivo en ella, pero vivo sin vivir, estoy como de prestado. En un primer momento puedo imaginar que es por mí, que no me llego a adaptar a este lugar, bien por incapacidad, bien por desgana, la cuestión es que no debo centrar toda la culpa en mí. Estoy haciendo grandes esfuerzos por hacerme un hueco, por ser una más (Me da la risa por lo ingenua que me parece esa idea ahora). No llevo mucho, pero conozco bastante este lugar. Y después de analizarme y de saber que, pasado el período de adaptación, suelo ser una persona segura e independiente, puedo asegurar que no estoy cerrada, sino que me encierran. No hay cadenas, pero hay miradas, hay palabras, hay intimidación. Soy mujer, europea y vivo sola. Soy puta. Sí, a sus ojos soy una puta. Y lo seguiré siendo hasta no sé cuántas décadas más. Yo trabajo fuera y dentro. Fuera, en la universidad, y dentro, en mi mente. Trabajo día y noche preguntando y respondiendo o, por lo menos, intentándolo. Trabajo para poder salir a la calle, para poder sonreír al taxista, para hacer bien la digestión. Trabajo y trabajo olvidando que, en cualquier momento, todo ese esfuerzo se esfuma en un abrir y cerrar de ojos, justo cuando, confiada, entro en un bar y... ¡ZAS! me recuerdan que soy puta. ¡Topetón con la realidad! Esa realidad que momentos antes me esforzaba en comprender, en aguantar. Debo ir acompañada por hombres para ser comprendida. Debo ser totalmente dependiente si quiero tranquilidad. No sé si algún día me haré tan fuerte como para pasar de todo esto, pero hoy por hoy lo invade todo. Tánger es internacional, sí, pero yo no lo noto.
lunes, 2 de noviembre de 2009
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3 comentarios:
ay, mi niña, siento mucho que tengas que estrellarte contra la barrera marroquí y sentirte de esa manera.
Beita, siento lo duro que se te está haciendo. Es jodido que el ser mujer sea motivo de inferiorización, sobre todo para alguien que no ha tenido que convivir con tal hecho. Pero la inferiorización afecta a quien la asume, a quien se priva de aprovechar las posibilidades que tiene a su alrededor, estén éstas más o menos a su alcance, a quien ni siquiera ve tales posibilidades porque ha sido cegada por elementos castradores legitimados.
Beita, intentarán limitarte, pero se encontrarán con una realidad que transformará sus ojos. No cejes en tu intención de ser tú misma en un lugar en el que serlo requiere de tanto esfuerzo.
Eres como las primeras francesas, alemanas... que llegaron a España hace 50 años y eran mal vistas por el hecho de llevar un tatuaje en el brazo o algo por el estilo. Eran mujeres que iban de listas, que se tomaban más libertades que la española del tiempo. Eso no es bueno para el equilibrio de una sociedad que se asienta en bases conservadoras.
En tu mano está el hacerte eco de tales conservadurismos hasta el punto de limitarte o el estar segura de quien eres, de lo que haces, de porqué lo haces y convencer con tu actitud a todo bicharraco que ose tacharte con la mirada.
Eres mujer valiente! Estoy muy orgullosa de tus esfuerzos, tu sinceridad y tu constancia. Un abrazo
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