jueves, 29 de octubre de 2009

La Tormenta

Algo anticipaba su llegada,
olía a tierra húmeda y el ambiente enrarecido me había provocado dolor de cabeza.
Apareció por donde menos se la esperaba,
de la mano de un viento fresco que abrió la puerta con ligereza,
pero que mal tiempo anunciaba.
Un relámpago y se hizo todo oscuro,
cuando volvió la luz ahí estaba,
erguida, altiva,
sinuosas formas de mujer que ascendían en el cielo,
negro , blanco y negro
se hallaba suspendida en la barra,
terminándose un café.
Al acercarme la estática me puso los pelos de punta,
"¿quieres algo de beber?"
"No, tengo resaca".
Una fina lluvia empezó a recorrerme el rostro.
Quise acompañarla,
buscaba El Viento que a otro bar la llevaba.
Me pareció dibujarse en la nube una mirada
estrecha, penetrante.
Una mano descendió hacia mi mano,
apenas pude acariciarla pero era suave y cálida,
tormenta de verano despistada.
Al despedirse sonó un trueno que me sobrecogió el alma.

Como un jaramago en una cornisa

Como un jaramago en una cornisa,
colgando de la primavera,
haciendo grieta al crecer,
esparciendo semillas por la acera.
Invisible y espontáneo
aunque frágil broto,
estorbo.
Con genio y persistencia me sostengo
flexible hasta que mustio,
rompo.
Hoy me asomé curioso al jaleo,
me sacudió la espiga un alboroto
en la calle hay miedo,
se camina sin mirar al cielo.
La disputa era a navaja
gorriones y palomas que por migajas
alborotan en mi espalda.
Pido silencio en mi terraza blanca.
Pero la primavera tira de la manta,
las damas de noche no me dejan dormir,
aliadas con el azahar y el jazmín.
Descaradas en los balcones
se desperezan las buganvillas
la algarabía de las gitanillas…
hasta las "pijas" margaritas
todo invita.
Bailando funámbulo peino la brisa,
con gatos abandonados
de tejado en tejado
amanezco cantando quebrado
al sol que poco a poco me seca.
Sólo esa casa vieja me respeta.
En otra vida me arrojé
y caí a las alcantarillas
no pude sobre mis raíces
andar de puntillas como una bailarina.
La muchedumbre atropellada me desgajó
como un trillo de mil cuchillas
haciendo de mi cuerpecillo astillas,
la acera no era una Era
nadie se agacha si no hay siega
y mi grano no da harina...
Me ventearon bien arriba.
No anhelaba para mi una maceta,
(prefiero mi grieta)
que regaran con agua de pozo,
(porque me refresca más el agua de lluvia cuando venga)
ni que me dieran por alimento
despojos de otros,
(profundizo más buscando mi dieta)
no consentí que me podaran las ramas,
inoportunas y retorcidas
(siete revueltas al menos,
tiene cada idea).
Duró cinco primaveras aquella primera cita.
Se marchitó un verano con las calores.
Que bella , qué efímera.
Cuando el verano venga...,
esperaré dormido a la primavera.

Inquietud

Qué importante es tener inquietud. Sentir ilusión por conocer. Seguir asombrándote de lo nuevo.
Qué momento tan placentero saber que estás aprendiendo, que de repente todo encaja, que esas cosas inconexas en tu cerebro se unen para alegrarte el día.
Qué maravilla descubrir los secretos de la ciencia y los escondites de la naturaleza. Qué increíble es la historia cuando unes todos sus puntos. ¡Sin darte cuenta aparece ante ti el dibujo completo!
Y qué bueno compartir todo esto con alguien tan inquieto como tú, que te va a ayudar a encaminar tus pensamientos y te va a acompañar en tus divagaciones.